jueves, 29 de noviembre de 2007

El dentista

Al subir las funebres gradas me encontraba con un mostrador en el que una señorita muy amable me pedía mi historial, después de tomar asiento para esperar escuchaba ese sonido espantoso que venía del fondo, ese chillido tenebroso el cual temen todod los niños que van al dentista para que les curen una muela picada. Al llegar mi turno al costado derecho del consultorio en una pequeña mesa ví una calavera con la mandibula bien abierta, y frente al escritorio devisé un poster que sugería paso por paso como cepillarse los dientes.

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